Septiembre '24 - El legendario Eric Clapton brindó una clase de rock y blues en Vélez
Eric Clapton, guitarrista de culto para el fino paladar melómano había hecho en el Estadio de River Plate, en los años 1990, 2001 y 2011. Esta vez, la sede elegida fue el Estadio de Vélez Sarsfield, ubicado en el corazón de Liniers. A sus casi ochenta años, el emblemático músico -nacido un 30 de marzo de 1945, en Surrey- dio sobradas muestras de su vigencia, en un concierto que se extendió por casi dos horas de duración.
Con puntualidad inglesa, el artista salió a escena a las 21 hs., tal y como anunciado, luego de sendos shows de apertura a cargo del ídolo local David Lebón y de un referente del blues contemporáneo como el texano Gary Clark Jr. Aspecto no menor, la noche que congenió a tres ases de las cuerdas. Clapton abrió su set con "Sunshine of Your Love", un referente inmediato de Cream, grupo que reprodujo un híbrido sonido capaz de amalgamar las formas del rock, del blues, del rock psicodélico y del pop. Al comando, un joven prodigio aportaba su singular sonido de blues, notoriamente influenciado por la música de raíz negra americana, fue el cerebro musical detrás de este fenómeno de la movida nocturna alternativa británica, consolidando su trayectoria mediante la edición de un puñado de discos esenciales durante la década del '60. En la primaveral velada de viernes, de la histórica formación solo repasaría otra perla igualmente recordada: "Badge".
El autor de clásicos como "Layla" o "Tears in Heaven", y quien a lo largo de siete décadas de trayectoria ha dejado su sello en grupos como The Yardbirds, Blues Breakers y Derek and The Dominos, continúa siendo, entre muchas cualidades que lo definen, un eximio versionista. A la fecha, su carrera solista se compone de una veintena de discos, llegando a grabar a dúo recordadas placas junto a B.B. King ("Riding With the King", 2000) y J.J. Cale ("The Road to Escondido", 2006), así como homenajes al pionero Robert Johnson ("Me and Mr. Johnson", 2004). Del mítico blusero, nos deleitó con una tríada compuesta por "Kind Hearted Woman Blues", "Cross Road Blues" y "Little Queen of Spades". Su cualidad para apropiarse con maestría del encanto de canciones ajenas y añejas se hizo manifiesta en la noche porteña, abordando otros éxitos del calibre de "Change the World" (Wynonna Judd), "I'm Your Hoochie, Hoochie Man" (Willie Nelson), "Behind the Mask" (Yellow Magic Orchestra), "Before You Accuse Me" (Bob Diddley) y "Nobody Knows You When You're" (Jimmy Cox). A punto de estrenar placa nueva ("Meanwhile", su primer trabajo de estudio con composiciones propias en casi una década), debutó en suelo porteño la introspectiva y elegíaca "The Call".
A través de tres segmentos (dos eléctricos y uno acústico que funcionó de enlace intermedio) el eterno Clapton, sinónimo de técnica y virtuosismo en su máxima expresión, exhibió la fehaciente prueba de un 'slowhand' inoxidable, apto en conservar su voz en buena forma. En el escenario, estuvo acompañado de una talentosísima agrupación, conformada por Doyle Bramhall II (guitarra, voces), Chris Stainton (piano, teclados), Tim Carmon (órgano Hammond, teclados), Nathan East (bajo, voces), Sonny Emory (batería) y las coristas Katie Kissoon y Sharon White. En lo que se presume que será su despedida de giras en grandes estadios, uno de los músicos de rock más significativos que haya dado el siglo XX dio cátedra por enésima ocasión. Su ilustre leyenda aún pervive, intacta, desde aquellos primeros tramos de su recorrido musical, inmortalizado en una sentencia a modo de pintada en la pared. Una precursora forma de meme, por demás elocuente: 'Clapton is God'.