Junio '25 - Botafogo encendió la noche platense en Casa Suiza

Créditos fotos + setlist: Gabriel Solari
Hay músicos que eligen un género y lo interpretan, otros lo llevan en la sangre. Don Vilanova, aunque la mayoría lo llama Botafogo, pertenece a esa segunda estirpe: la del bluesman auténtico, forjado en la noche, el asfalto y el temblor de una guitarra. De visita en Casa Suiza, durante la pasada noche del 13 de junio, su destreza engalanó la noche platense, luego de ser teloneado por la banda local Sonido Negro.
Nacido como Miguel Vilanova, su verdadera patria ha sido siempre el blues. Desde los años setenta, cuando integró la mítica banda Pappo's Blues (debutó allí a los diecisiete años), hasta sus exploraciones más personales, ha sido un tejedor de puentes entre el delta del Mississippi y el conurbano bonaerense. Con sus dedos curtidos y su voz áspera, tradujo el lamento universal del género de raíces afro a una lengua criolla, con matices de tango, rock nacional y mucha calle.
Botafogo, poseedor de una carrera solista que se extiende desde cuatro discos claves –"Trío" (1995), "Botafogo y Amigos" (1997), "Cambios" (1998) y "Live in Hollywood 99" (1999)- hasta hoy ("Hereje" y "Serindipia" son los últimos), traslada a sus shows un recorrido tan amplio como inquieto; su brújula musical no responde a modas ni a lógicas de mercado. La búsqueda es interna y una inalterable constante: la honestidad artística. No hay poses, hay intención. Porque mientras haya una guitarra, una pena que contar y un amplificador encendido, el guitarrista permanecerá allí: con sus riffs inconfundibles y su alma abierta de par en par, dispuesto a encender el fuego sagrado del impostergable ritual.
Pasadas las 22.45 hs., el ovacionado músico salió a escena. El recorrido comenzó con "Ovejas Negras", canción a contracorriente, destinada a aquellos que no se dejan arrastrar por dogmas. Pocas veces una guitarra suena tan orgánica como en sus manos. Tal vez porque no ejecute nota, sino que las exprime. Las hace gemir, y a veces, simplemente callar en el momento justo. Eso es el blues. En vivo, Botafogo no interpreta: se deja llevar por un trance rítmico que contagia, emociona, exorciza. Fiel a dicha estirpe, su concepción del género es en carne viva, honrando aquellas melodías nacidas para responder al odio y al horror. En sus palabras <<el blues es el género de la resiliencia por excelencia>>.
Botafogo es uno y muchos a la vez. Un trotamundos que se radicó en Madrid, donde integró, entre otras formaciones, las de Joaquín Sabina, Antonio Flores y Mariscal Romero. Un todoterreno que tocó junto a referentes como Ciro Fogliatta e integró las bandas de Rinaldo Rafanelli, Miguel Cantilo, Vitico y Javier Calamaro. Un prócer de las cinco cuerdas que nos deleitó como soporte de B. B. King (en sus presentaciones en la Argentina en 1991, 1992, 1993, 1994 y 1995), James Cotton (1993), Guns N' Roses (1993), Carlos Santana (1993), Buddy Guy (1995), Scott Henderson (1998), de Jeff Beck (1998) y de Eric Clapton (2001).
Su legado se mostró a la altura en el escenario de una Casa Suiza repleta de enfervorizados fans, como antesala a su presentación en La Usina del Arte. En una época donde el virtuosismo técnico a menudo opaca la emoción, el músico representa una resistencia emocional que añora aquellos tiempos de hipismo y hermandad, aunque sin falsa nostalgia. Otro recordatorio de que el blues —como el buen vino— mejora con los años. Y él, con más de cinco décadas en la ruta, sigue siendo un testigo privilegiado de ese viaje sonoro que no avizora línea de llegada, mientras nos recuerda, a modo de consejo, cómo comenzó aquella vieja obsesión: <<tu vida va a cambiar escuchando blues…a diario, en la radio>>.
Acompañado por su banda integrada por Lucas Sedler (guitarra), Fede Lopez (armónica), Guillermo Trapani (teclados), Carlos Charlie Rivero (batería) y Rafael Luis Pravettoni (bajo), entre quienes se cuentan dos ex Memphis La Blusera, Botafogo se mostró agradecido y a gusto, poniendo en palabras el peso que en el legado del rock nacional posee la ciudad que lo recibió de brazos abiertos. Ciudadano ilustre, aunque –extrañamente - solo por un día, se mostró reflexivo al momento de colocar en perspectiva el estado actual de un mundo en guerra; también en destacar las condiciones que atraviesan atávicamente los músicos independientes y el exiguo reconocimiento del que gozan. Será que hay que entre sombras brillar...
Durante el desenlace, con "Rock and Roll y Fiebre" y una versión cantada por el público de "Desconfío", el homenaje a Pappo se volvió evidente: si no fuera por El Carpo, el protagonista de la velada no estaría subido a un escenario. Consecuente con sus palabras, expresó: <<un pueblo que recuerda a sus grandes artistas es sinónimo de dignidad>>. Botafogo es pura autenticidad.

Setlist: "OVEJAS NEGRAS", "ESTA VENDIENDO SU GUITARRA ELÉCTRICA", AL RITMO DEL AMOR", ESTE ÚLTIMO ABRE EL DISCO HEREJE, "NACIMOS HERMANOS", "QUIEN", "DESDE MI HELICÓPTERO", "SIEMPRE ES LO MISMO, NENA" DE PAPPO, "PEQUEÑO GALLO ROJO, UNA VERSIÓN EN ESPAÑOL DEL CLÁSICO "LITTLE RED ROOSTER", "SE FUE", "QUE COSAS YO NO HARÍA", EL CLÁSICO DE FREEDIE KING "GOING DOWN", "ROCK AND ROLL Y FIEBRE", "DESCONFÍO".