Teatro / FAUSTO Y LO FEMENINO ETERNO" (Espacio Leónidas Barletta)

★★★★
Créditos de Fotografías: Rodrigo Sassano
Luego de finalizar la función estreno de "Fausto, lo eterno femenino", en la sala Inda Ledesma, su director, el fenomenal y versátil Juan Manuel Correa, interrumpió el aplauso cerrado del público para dirigirse a este con sentidas palabras, en gratitud al apoyo a una propuesta de teatro surgida desde la completa independencia, uniendo a un grupo de talentosos artistas en la noble tarea en común de reflejar el lenguaje poético a través de la expresión de los cuerpos. Lo que no es poco para estos tiempos.
Un elenco conformado por Darío Levy, Miguel Sorrentino, Eloy Rossen, Victoria Cipriota, Pilar Fridman, Verónica Intile y el propio Correa, en doble rol, lleva a nuestros escenarios un clásico teatral y literario, publicado en dos partes, en 1808 y 1832, autoría de J.W. von Goethe (novelista, poeta, filósofo y naturalista alemán, principal representante del clasicismo de Weimar), el cual se actualiza bajo las presentes coordenadas sociales, políticas e históricas, con una lograda versión de Rubén de León. ¿Qué tiene de relevante "Fausto" para decir en nuestros tiempos?
Obra maestra indiscutida, el texto explora la complejidad del alma humana, y lo hace con gran poder de identificación: los apetitos desenfrenados revelan la insatisfacción eterna del hombre moderno. Porque, mientras tenga deseos, este puede equivocarse. Apenas un segundo de debilidad y distracción basta; del deseo al placer, las costumbres de construyen. Tal y cómo se nos anuncia, en el reino que nos alberga, lo que brilla dura un el instante y lo auténtico permanece. Tal vez, porque la totalidad fue hecha para un solo Dios. Mientras tantos unos han sido confinados en las tinieblas y otros son dueños del día y la noche.
En una legendaria tragedia en dónde multitudes espantan al espíritu y ejércitos marchan hacia el tormento, la falta de armonía ata el corazón del mundo. Una turbia luz de aurora emite un extraño resplandor y nos invita a contemplarla: una compleja trama imagina diversos escenarios, permitiendo la intervención de una variopinta galería de personajes. Como centro convergente del relato hallaremos intervenciones malignas que conducen a la inevitable perdición. Entre el entusiasmo y el dolor, ¿podrá el poeta obrar milagros? ¿o invocará a la locura? La realidad parece estar tocando fondo.

Poniendo el foco de interés en el vínculo que establecen un erudito y una tentadora figura, experto en llevar a débiles hacia su terreno preferido, el devenir del relato consumará un pacto sin retorno. Uno ofrecerá a otro la revelación de misterios desconocidos y una ansiada juventud; todo sea por devolver el tiempo perdido, la alegría, el odio y el poder del amor. Un papel escrito y una gota de sangre serán los únicos elementos necesarios. Quien ve al hombre atormentarse está de nuevo entre servidores, y es ley tácita: por donde se entra no se sale. Ni más ni menos es lo que hace miles de años conoce.
La bestia esplendorosa (un brutal, arriesgado y desafiante Correa) guiará a Fausto (un Levy efectivo en corporizar aquello que determina nuestra fragilidad) según sus propios designios, desviándolo todo lo posible del buen camino, a fin de contentarlo con meros espejismos: alimento que no sacia; oro que escapa; un juego en el que no se gana, una muchacha y su honor perdidos. Aquello a lo que no se puede renunciar.
Esta experiencia de iniciación se ve plasmada mediante una onírica puesta en escena, en dónde arbitrarias alternaciones del espacio y el tiempo posibilitan una serie de acontecimientos claves para explorar la dualidad del alma humana, ilustrando la complejidad moral inherente a nuestra especie. Goethe negará entendimiento sobre cómo el alma y el cuerpo, estando tan unidos, vivan amargándose la vida. Mientras que, la inteligente puesta llevada a cabo por la dupla Correa-De León reformulará ciertas convenciones de cómo ver: existen características que trascienden la noción de género.
La persecución del conocimiento y la sabiduría infinita es aquello que acaba determinando la fragilidad del protagonista, también su límite más próximo, una vez perdido el sentido: de su condición no es posible huir. Afuera la muerte espera. ¿Es que alguna vez estuvo en duda su poder? Otro cuento de amor, locura y muerte se desenvuelve frente a nuestros ojos.