Teatro / "ARTISTA (DE MIERDA) CONFIESA" (Patio de Actores)

★★★★
A "Confesiones de un Artista de Mierda", el maestro de la ciencia ficción Philip K. Dick la consideraba una de sus mejores novelas. Publicada en 1975, aunque escrita originalmente en 1959, es una de sus pocas obras que no pertenecen al género por el cuál mejor le conocimos. Se trata, más bien, de un abordaje al estilo de biográfica amargura, con suficiente peso como para resonar en el presente.
La misma se centra en la vida de Jack Isidore, un hombre peculiar y excéntrico, en la California de los años '50. Adaptada a escena por Rubén De León y Juan Manuel Correa, explora las relaciones familiares y las obsesiones del protagonista, tensando los hilos a través de los cuáles se condensan conflictos, creencias y contradicciones.
Luego de celebrar funciones en el pasado mes de marzo, y de cara a regresar durante los viernes de agosto, en El Método Kairos, "Artista (de Mierda) Confiesa" hilvana una serie de monólogos exteriores e interiores a cargo de Jack, interpretado por el fabuloso Correa. Su historia de ser sensible, inmerso en un mundo desfachatado y cruel, se despliega con suma ironía y un particular sentido del humor. Jack es un artista que debe ganarse la vida, porque todos los de su condición deben andar por el mundo sin ser absorbido. Dice poseer un secreto: su energía está en la mente.
Influencias de H.G. Wells y Julio Verne sobrevuelan este imaginario literario alumbrado con un sol artificial y acompañado por una música en vivo efectiva en generas los climas apropiados. Dick y su interés por los recovecos del alma humana encuentran aquí una versión íntima y, a la vez, desbordada. Memorias de guerra, tormentos, conciencia alterada: un artista debe abrir grietas para revelar el mundo interno. Correa, poseedor de la innata condición, sabe cómo apropiarse de dicho axioma con su mayúscula presencia escénica, sumando otro rol memorable a su abultada trayectoria teatral. Sinónimo de teatro independiente de calidad, la cuidadosa elección de sus proyectos lo ha llevado a indagar en la pluma de autores de referencia. Ahora es el turno del responsable de obras como "Una Mirada a la Oscuridad" y "El Hombre en el Castillo".
Actor en trance, canal de fuerzas auténticas del universo, el multifacético intérprete encarna a su personaje con suficiente magnetismo. Volcánico y auténtico, Correa se apodera de la atención de los presentes durante cincuenta absorbentes minutos. Prestemos atención a cómo utiliza el cuerpo para rememorar vivencias, y apreciaremos una auténtica masterclass, en dónde el artista se convierte en espejo y herida; tal vez en una figura trágica, receptáculo de preguntas que no cesan.